Aunque no directamente, Ciro Ferrara se ha despedido ante los periodistas. Dicen, que en el vestuario sí lo ha dicho claramente: hoy ya no será entrenador de la Juventus. No será cesado por la undécima derrota, sino por las once derrotas, porque, paradojicamente, los dos partidos que ha jugado contra el Inter, hemos visto a una buena Juve que ayer estuvo a punto de conseguir la victoria y la clasificación y sólo sucumbió ante la ley del más fuerte en el último minuto y de rebote. El pasado sábado, contra la Roma, el gol de Riise llegó en el descuento, ayer marcó Balotelli un minuto antes del final. Ambas derrotas son la síntesis de una temporada ilusionante en verano, decepcionante en otoño e insoportable en invierno. El final de Ferrara en el banquillo lo anunció Blanc tras el partido: “Hemos perdido otro de nuestros objetivos. Sabemos bien cómo está la situación y no desde hoy. Mañana (hoy) comunicaremos nuestra decisión”. Es la destitución de Ferrara, sí, pero, si conocían bien la situación desde antes, ¿por qué han esperado hasta hoy para actuar?
De todos modos, la ilusión de los aficionados, en el partido de ayer, duró bastante. Porque de manera inesperada, todo lo malo de la temporada se escondía detrás del disparo raso y aparentemente inocuo de Diego que, a los diez minutos, puso en evidencia a Toldo: el balón se le fue de las manos, se le coló entre las piernas y finalmente entró a gol. Sobre la cantada del portero del Inter, la Juve intentó construir las ilusiones y las esperanzas, porque, a decir verdad, a pesar de estar tremendamente diezmados por las lesiones y por un estado general tragicómico, pudo completar un buen partido en casa del campeón de Italia. Aunque, a decir verdad, el Inter, a pesar de salir casi con el equipo titular, no apreció casi nunca el partido, que jugó a tramos andando, como si fuse el partidillo del entrenamiento del jueves. La mentalidad equivocada con la que Mourinho afrontó el partido, superficial e incluso presuntuosa, permitió a la Juve dominar la primera parte, rozar el segundo gol (mal remate de Grosso en el 37’) y no sufrir apenas, más que una triangulación entre Maicon y Pandev que el lateral remató alta.
El penalti por la mano de Melo (clarísima) a un centro de Pandev que no pitó Damato le ha permitido a Mourinho volver a pasearse por las sombras de las sospechas y seguir generando odios y dudas, mientras que ha pasado por alto los sonidos (‘buuu’) racistas contra Sissoko. Es cierto que el penalti es clamoroso, no existen dudas sobre la mano de Felipe Melo y es inexplicable como ni siquiera el asistente lo vio, pero reducir la desventaja del Inter al descanso a un simple fallo del árbitro. Un Inter de verdad, motivado, hubiese destrozado a esta Juventus desangelada con el mínimo esfuerzo, a pesar de la garra de Chiellini, las ganas de recuperarse de Melo o el talento de Diego. Pero a De Ceglie le sigue pesando la camiseta, Cannavaro… Cannavaro, Grosso no tiene gasolina y Amauri está abandonado a su suerte arriba. En este contexto hay que incluir también a Candreva, que debutó después de los quince minutos de la basura contra la Roma, y que, confinado en la banda derecha, no apareció para nada, exceptuando un disparo en la segunda parte que desvió Toldo. De cualquier modo, teniendo en cuenta como llegaba el partido, con un entrenador sin confianza, con el club buscando un sustituto, ya es una buena noticia que nadie abandonase el barco antes de tiempo.
En la segunda parte, el Inter salió más concentrado, aunque fue Diego primero el que intentó hacer el segundo con un disparo que golpeó en el palo y tres minutos después le imitó Chiellini con un cabezazo. Felipe Melo, parece que definitivamente despertado de su embrujo, mantuvo el centro del campo de pie, como hace en Brasil, cortando todos los balones rivales y no perdiendo ninguno. Pero con el cambio de Cambiasso por Milito, el caudal ofensivo del Inter aumentó de una manera imposible de contrarrestar y llegaron los dos goles del Inter. Avisó antes Balotelli con un disparo que pudo detener Buffon, que no pudo hacer nada ante la falta lanzada por Sneijder, desviada por la barrera (Amauri) y rematada por Lucio (27’ st). Fue Candreva, con el disparo anteriormente comentado (se fue a córner, pero el árbitro señaló saque de puerta) el que pudo o supo responder al empate antes de que Balotelli, aprovechando un mal rechace de Buffon a disparo de Motta escribiese el fin. No sólo del partido. Zaccheroni será hoy el nuevo entrenador de la Juventus.
Ficha del partido ▼
De todos modos, la ilusión de los aficionados, en el partido de ayer, duró bastante. Porque de manera inesperada, todo lo malo de la temporada se escondía detrás del disparo raso y aparentemente inocuo de Diego que, a los diez minutos, puso en evidencia a Toldo: el balón se le fue de las manos, se le coló entre las piernas y finalmente entró a gol. Sobre la cantada del portero del Inter, la Juve intentó construir las ilusiones y las esperanzas, porque, a decir verdad, a pesar de estar tremendamente diezmados por las lesiones y por un estado general tragicómico, pudo completar un buen partido en casa del campeón de Italia. Aunque, a decir verdad, el Inter, a pesar de salir casi con el equipo titular, no apreció casi nunca el partido, que jugó a tramos andando, como si fuse el partidillo del entrenamiento del jueves. La mentalidad equivocada con la que Mourinho afrontó el partido, superficial e incluso presuntuosa, permitió a la Juve dominar la primera parte, rozar el segundo gol (mal remate de Grosso en el 37’) y no sufrir apenas, más que una triangulación entre Maicon y Pandev que el lateral remató alta.
El penalti por la mano de Melo (clarísima) a un centro de Pandev que no pitó Damato le ha permitido a Mourinho volver a pasearse por las sombras de las sospechas y seguir generando odios y dudas, mientras que ha pasado por alto los sonidos (‘buuu’) racistas contra Sissoko. Es cierto que el penalti es clamoroso, no existen dudas sobre la mano de Felipe Melo y es inexplicable como ni siquiera el asistente lo vio, pero reducir la desventaja del Inter al descanso a un simple fallo del árbitro. Un Inter de verdad, motivado, hubiese destrozado a esta Juventus desangelada con el mínimo esfuerzo, a pesar de la garra de Chiellini, las ganas de recuperarse de Melo o el talento de Diego. Pero a De Ceglie le sigue pesando la camiseta, Cannavaro… Cannavaro, Grosso no tiene gasolina y Amauri está abandonado a su suerte arriba. En este contexto hay que incluir también a Candreva, que debutó después de los quince minutos de la basura contra la Roma, y que, confinado en la banda derecha, no apareció para nada, exceptuando un disparo en la segunda parte que desvió Toldo. De cualquier modo, teniendo en cuenta como llegaba el partido, con un entrenador sin confianza, con el club buscando un sustituto, ya es una buena noticia que nadie abandonase el barco antes de tiempo.
En la segunda parte, el Inter salió más concentrado, aunque fue Diego primero el que intentó hacer el segundo con un disparo que golpeó en el palo y tres minutos después le imitó Chiellini con un cabezazo. Felipe Melo, parece que definitivamente despertado de su embrujo, mantuvo el centro del campo de pie, como hace en Brasil, cortando todos los balones rivales y no perdiendo ninguno. Pero con el cambio de Cambiasso por Milito, el caudal ofensivo del Inter aumentó de una manera imposible de contrarrestar y llegaron los dos goles del Inter. Avisó antes Balotelli con un disparo que pudo detener Buffon, que no pudo hacer nada ante la falta lanzada por Sneijder, desviada por la barrera (Amauri) y rematada por Lucio (27’ st). Fue Candreva, con el disparo anteriormente comentado (se fue a córner, pero el árbitro señaló saque de puerta) el que pudo o supo responder al empate antes de que Balotelli, aprovechando un mal rechace de Buffon a disparo de Motta escribiese el fin. No sólo del partido. Zaccheroni será hoy el nuevo entrenador de la Juventus.
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