
La nueva Juve es la vieja Juve. Sigue los mismos patrones y aspira a los mismos objetivos. Dentro del campo es un equipo sólido, rocoso, díficil de batir y con estilo italiano. Fuera, en los despachos, tiene una directiva fuerte, unos técnicos efectivos, que han sabido entender las necesidades del equipo y las inquietudes de la afición con un mercado, todavía no concluso, a la altura de la situación, que requería la refundación de los pilares de un club histórico y ganador como la Juventus. Una directiva inteligente, que ha sabido aprovechar las oportunidades y que ha rectificado, valorando justamente el potencial que había en casa y que no podía desaparecer.
El resultado del compromiso en los despachos se ve en el campo, como decíamos, con un equipo fuerte y determinado que si bien no enamorará con su fútbol, será muy díficil de superar. Esta es la descripción perfecta del 0-0 que le ha permitido a la Juventus sumar su noveno trofeo Berlusconi tras superar a un buen Milan en los penaltis. Es cierto que Que el juego todavía no es coral, que falta engranar algunos mecanismos (bastantes) tanto en fase ofensiva como en la línea defensiva (se nota cuando no está Bonucci), pero es igualmente cierto que esas carencias las suple con su entrega total, que le permite solucionar al límite cualquier situación de peligro y con las actuaciones personales de los jugadores más importantes. Y eso es un avance importante con respecto al año pasado, donde no hubo ni equipo ni individualidades.
El trabajo de Del Neri es muy complicado y con resultados que se verán importantes a largo plazo, pero ayer ya vimos algún avance. Vimos un equipo más compacto, más unido. Y ahí entra el trabajo que el entrenador está haciendo directamente sobre los propios jugadores. Porque en esa labor, en la de mantener el equipo unido y darle salida fue ayer fundamental un Felipe Melo que puso sobre el terreno de juego todas las ganas para olvidar una pasada temporada complicada y volver a ganarse el cariño de parte de la afición. Físicamente, a pesar de ser la última incorporación, está a buen nivel y ayer lo demostró cortando cualquier balón que pasase en un radio de diez metros a su alrededor, mientras que, cuando lo tenía, sabía repartirlo bien, con criterio y sencillez además de hacer alguna internada peligrosa, de las que le han hecho ser uno de los centrocampistas más completos en Europa y probar suerte con varios disparos que, eso sí, se fueron siempre muy por encima de la puerta de Abbiatti. Junto a Melo hay que destacar también a Martínez y Pepe, que, seguramente por primera vez, recogieron los aplausos de la afición. El uruguayo, aunque todavía está al 50% físicamente dejó destellos de su clase, sobre todo cuando jugó en la izquierda, donde más falta hace; mientras que uno de los azzurri más destacado en el Mundial estuvo presente en cada acción ofensiva, abriendo bien el campo y ayudando muchísimo a robar balones a una defensa desbordada con la reintegración en el ‘once’ de Grygera y Legrottaglie.
Podríamos decir que eso fue lo más destacado del partido; las actuaciones individuales, la sorpresa de quien vuelve a ser aquel gran fichaje y la confirmación de la vuelta de un Amauri bestial físicamente, hiperactivo y con un ánimo de reivindicación infinito. Eso lo vimos en la segunda parte, porque en la primera, con Del Piero y Trezeguet en el ataque, el equipo se vio penalizado en términos de creación de peligro. Alex sí que hizo movimientos, completó buenas acciones, se desmarcaba y se dejaba ver y notar y es una noticia tranquilizante para todos, saber que, a pesar de su edad, que ni merece la pena recordarla, todavía podemos contar con él. No, sin embargo, con Trezeguet, que tras ganarse la confirmación de su continuidad con los dos primeros amistosos, ha vuelto a convertirse en ese jugador anodino y lacio que la Juventus tendría que haber vendido. Pero este es otro tema y Marotta todavía puede dejarnos alguna sorpresa al respecto. Importan más los jugadores que sí vimos bien, que sí nos dan garantías (incluido Manninger, ¿demasiado bueno para ser tercer portero?). Importa más la sensación que dejó una Juve que ganó con un equipo de solistas que todavía está mejorando y que dentro de unas semanas se puede convertir en una orquesta muy afinada.
El resultado del compromiso en los despachos se ve en el campo, como decíamos, con un equipo fuerte y determinado que si bien no enamorará con su fútbol, será muy díficil de superar. Esta es la descripción perfecta del 0-0 que le ha permitido a la Juventus sumar su noveno trofeo Berlusconi tras superar a un buen Milan en los penaltis. Es cierto que Que el juego todavía no es coral, que falta engranar algunos mecanismos (bastantes) tanto en fase ofensiva como en la línea defensiva (se nota cuando no está Bonucci), pero es igualmente cierto que esas carencias las suple con su entrega total, que le permite solucionar al límite cualquier situación de peligro y con las actuaciones personales de los jugadores más importantes. Y eso es un avance importante con respecto al año pasado, donde no hubo ni equipo ni individualidades.
El trabajo de Del Neri es muy complicado y con resultados que se verán importantes a largo plazo, pero ayer ya vimos algún avance. Vimos un equipo más compacto, más unido. Y ahí entra el trabajo que el entrenador está haciendo directamente sobre los propios jugadores. Porque en esa labor, en la de mantener el equipo unido y darle salida fue ayer fundamental un Felipe Melo que puso sobre el terreno de juego todas las ganas para olvidar una pasada temporada complicada y volver a ganarse el cariño de parte de la afición. Físicamente, a pesar de ser la última incorporación, está a buen nivel y ayer lo demostró cortando cualquier balón que pasase en un radio de diez metros a su alrededor, mientras que, cuando lo tenía, sabía repartirlo bien, con criterio y sencillez además de hacer alguna internada peligrosa, de las que le han hecho ser uno de los centrocampistas más completos en Europa y probar suerte con varios disparos que, eso sí, se fueron siempre muy por encima de la puerta de Abbiatti. Junto a Melo hay que destacar también a Martínez y Pepe, que, seguramente por primera vez, recogieron los aplausos de la afición. El uruguayo, aunque todavía está al 50% físicamente dejó destellos de su clase, sobre todo cuando jugó en la izquierda, donde más falta hace; mientras que uno de los azzurri más destacado en el Mundial estuvo presente en cada acción ofensiva, abriendo bien el campo y ayudando muchísimo a robar balones a una defensa desbordada con la reintegración en el ‘once’ de Grygera y Legrottaglie.
Podríamos decir que eso fue lo más destacado del partido; las actuaciones individuales, la sorpresa de quien vuelve a ser aquel gran fichaje y la confirmación de la vuelta de un Amauri bestial físicamente, hiperactivo y con un ánimo de reivindicación infinito. Eso lo vimos en la segunda parte, porque en la primera, con Del Piero y Trezeguet en el ataque, el equipo se vio penalizado en términos de creación de peligro. Alex sí que hizo movimientos, completó buenas acciones, se desmarcaba y se dejaba ver y notar y es una noticia tranquilizante para todos, saber que, a pesar de su edad, que ni merece la pena recordarla, todavía podemos contar con él. No, sin embargo, con Trezeguet, que tras ganarse la confirmación de su continuidad con los dos primeros amistosos, ha vuelto a convertirse en ese jugador anodino y lacio que la Juventus tendría que haber vendido. Pero este es otro tema y Marotta todavía puede dejarnos alguna sorpresa al respecto. Importan más los jugadores que sí vimos bien, que sí nos dan garantías (incluido Manninger, ¿demasiado bueno para ser tercer portero?). Importa más la sensación que dejó una Juve que ganó con un equipo de solistas que todavía está mejorando y que dentro de unas semanas se puede convertir en una orquesta muy afinada.






































