Después de veinticuatro resultados positivos, la Roma de Ranieri cayó ante la Sampdoria y, además de perder el liderato, minimiza el impacto clasificatorio de la victoria de la Juventus contra el Bari. La Samp sigue cuarta y a seis puntos; el Palermo es quinto con cuatro más que la Juve y en la penúltima jornada se enfrentarán entre ellos. La Juve tiene ahora la obligación (la misma que antes) de ganar sus tres últimos partidos (el último en San Siro contra el Milan) y esperar el improbable paso en falso de Samp y Palermo. Los dos próximos partidos, igual que el de la semana pasada y el de ayer, serán contra equipos matemáticamente sin objetivos: el Livorno, descendido y el Parma, salvado. Con la Juve en el papel irrenunciable de favorita, lo único que queda es esperar a que las próximas tardes de fútbol sean tan sorprendentemente normales como la de ayer.
Porque el de ayer fue un día normal como los que llevábamos tiempo sin vivir: sin sobresaltos, porque ciertas anomalías ya las hemos integrado en la costumbre y pasan de largo. El partido (los 45 minutos, mejor dicho) que se marcó Amauri, por ejemplo. Parece que él, igual que el Bari, estaba de vacaciones, sin objetivos. Su no presencia en el Mundial ya no es ni será una cuestión de pasaporte; si jurase la constitución de Nueva Zelanda tampoco iría. Un fallo demasiado grande el suyo en los días en los que se examina la Juve del futuro ante los ojos de Benítez (seguramente) o el as de la manga que se saque quien tiene que tomar las decisiones. En este punto, pero, más allá de inversores chinos, parece que será el español el encargado y del partido de ayer podrá sacar cuando lo vea (el Liverpool jugó y ganó 0-4 a la misma hora) algunas primeras conclusiones: en la Juve, Buffon, Chiellini, Marchisio, Diego y Iaquinta son los análogos de su Reina, Carragher, Gerrard, Benayoun y Kuyt. Faltará un hombre clave para Rafa Benítez: un Fernando Torres cuyo puesto parece más cerca de ser ocupado por un jugador que ahora no viste bianconero (Dzeko, Pazzini, Villa…) que por el italiano de Carapicuíba. Una simple cuestión de carácter. Insomma, la nueva Juve partirá de una selección de la vieja. Eso sí, una selección muy exhaustiva.
Tampoco parece Camoranesi destinado a ser un nuevo Maxi Rodríguez u otro parecido. No por las cualidades, que a él le sobran. Hablamos nuevamente de carácter; esta vez por exceso de él. Al final de un primer tiempo indolente, insoportable, en el que sólo hizo lo mínimo que se le exige a un jugador que lanza paredes como acto reflejo y después del codazo que le dio a Conti hace dos semanas, esta vez tuvo un encontronazo con el asistente De Luca de Gervasoni: reclamó una mano en el área de Stellini que seguramente era, al igual que el penalti que cometió Donati sobre Diego y del mismo modo que mereció una tarjeta roja por agresión y sólo se quedó en amarilla. Fue Zac el que le auto-expulsó en el descanso. A él y a Amauri por Candreva (mañana hablaremos aquí sobre él) y Iaquinta ¡Bendita la hora! Decía Ferrara y sostiene Zaccheroni que el mejor Diego se ve cuando está Iaquinta en el campo. La verdad que las pruebas han sido pocas para confirmar la teoría, pero sí parece una hipótesis bastante plausible: este año han jugado juntos siete partidos y entre los dos han marcado siete goles. Solamente contra el Inter no consiguió marcar ninguno de la pareja.
En ocho minutos apareció la nueva-vieja conexión casi mágica de la Juventus: Diego controla y consigue marcharse de los cuatro rivales que le enciman, la pelota pasa a Iaquinta que se desvía y lanza un disparo en diagonal tan difícil de marcar como de parar. De su celebración se pueden entender muchas cosas: cinco meses de ausencia por sus lesiones en la rodilla acumularon excesiva rabia en Iaquinta, que la soltó toda en su despojo de la camiseta, en esos gritos y en esos insultos que maldecían el negro destino que él y todo su equipo ha tenido que soportar durante esta temporada y que la ha condicionado más o menos, a parte de los errores que unos y otros han podido cometer. Después, de nuevo Iaquinta marcó un gol que fue anulado por fuera de juego: el chut pegó en Diego, adelantado, y superó a Gillet. Costó anularlo después de darlo como válido, pero fue lo justo; el propio Iaquinta también estaba en fuera de juego al recibir el pase de Diego. El brasileño, a pase de Iaquinta, fue víctima del penalti de Gillet que transformó después Del Piero (enfrentado con Zaccheroni en el momento en que iba a ser sustituido con Marchisio lesionado en el suelo). Puso el broche de un castigo justo por 3 a 0 para un Bari que fue a Turín a la muestra de la Sábana Santa más que al Olimpico el propio Iaquinta, metiendo el pie en el momento justo para aprovechar un centro raso desde la izquierda de Candreva. Lippi encuentra así la confirmación de un delantero que había perdido para la causa Mundial. La Juve, algunas esperanzas (gran partido de Poulsen) que conviene reservar para la siguiente temporada. La Champions sigue a seis puntos. La Europa League era un fracaso. Y un fracaso sigue siendo.
Porque el de ayer fue un día normal como los que llevábamos tiempo sin vivir: sin sobresaltos, porque ciertas anomalías ya las hemos integrado en la costumbre y pasan de largo. El partido (los 45 minutos, mejor dicho) que se marcó Amauri, por ejemplo. Parece que él, igual que el Bari, estaba de vacaciones, sin objetivos. Su no presencia en el Mundial ya no es ni será una cuestión de pasaporte; si jurase la constitución de Nueva Zelanda tampoco iría. Un fallo demasiado grande el suyo en los días en los que se examina la Juve del futuro ante los ojos de Benítez (seguramente) o el as de la manga que se saque quien tiene que tomar las decisiones. En este punto, pero, más allá de inversores chinos, parece que será el español el encargado y del partido de ayer podrá sacar cuando lo vea (el Liverpool jugó y ganó 0-4 a la misma hora) algunas primeras conclusiones: en la Juve, Buffon, Chiellini, Marchisio, Diego y Iaquinta son los análogos de su Reina, Carragher, Gerrard, Benayoun y Kuyt. Faltará un hombre clave para Rafa Benítez: un Fernando Torres cuyo puesto parece más cerca de ser ocupado por un jugador que ahora no viste bianconero (Dzeko, Pazzini, Villa…) que por el italiano de Carapicuíba. Una simple cuestión de carácter. Insomma, la nueva Juve partirá de una selección de la vieja. Eso sí, una selección muy exhaustiva.
Tampoco parece Camoranesi destinado a ser un nuevo Maxi Rodríguez u otro parecido. No por las cualidades, que a él le sobran. Hablamos nuevamente de carácter; esta vez por exceso de él. Al final de un primer tiempo indolente, insoportable, en el que sólo hizo lo mínimo que se le exige a un jugador que lanza paredes como acto reflejo y después del codazo que le dio a Conti hace dos semanas, esta vez tuvo un encontronazo con el asistente De Luca de Gervasoni: reclamó una mano en el área de Stellini que seguramente era, al igual que el penalti que cometió Donati sobre Diego y del mismo modo que mereció una tarjeta roja por agresión y sólo se quedó en amarilla. Fue Zac el que le auto-expulsó en el descanso. A él y a Amauri por Candreva (mañana hablaremos aquí sobre él) y Iaquinta ¡Bendita la hora! Decía Ferrara y sostiene Zaccheroni que el mejor Diego se ve cuando está Iaquinta en el campo. La verdad que las pruebas han sido pocas para confirmar la teoría, pero sí parece una hipótesis bastante plausible: este año han jugado juntos siete partidos y entre los dos han marcado siete goles. Solamente contra el Inter no consiguió marcar ninguno de la pareja.
En ocho minutos apareció la nueva-vieja conexión casi mágica de la Juventus: Diego controla y consigue marcharse de los cuatro rivales que le enciman, la pelota pasa a Iaquinta que se desvía y lanza un disparo en diagonal tan difícil de marcar como de parar. De su celebración se pueden entender muchas cosas: cinco meses de ausencia por sus lesiones en la rodilla acumularon excesiva rabia en Iaquinta, que la soltó toda en su despojo de la camiseta, en esos gritos y en esos insultos que maldecían el negro destino que él y todo su equipo ha tenido que soportar durante esta temporada y que la ha condicionado más o menos, a parte de los errores que unos y otros han podido cometer. Después, de nuevo Iaquinta marcó un gol que fue anulado por fuera de juego: el chut pegó en Diego, adelantado, y superó a Gillet. Costó anularlo después de darlo como válido, pero fue lo justo; el propio Iaquinta también estaba en fuera de juego al recibir el pase de Diego. El brasileño, a pase de Iaquinta, fue víctima del penalti de Gillet que transformó después Del Piero (enfrentado con Zaccheroni en el momento en que iba a ser sustituido con Marchisio lesionado en el suelo). Puso el broche de un castigo justo por 3 a 0 para un Bari que fue a Turín a la muestra de la Sábana Santa más que al Olimpico el propio Iaquinta, metiendo el pie en el momento justo para aprovechar un centro raso desde la izquierda de Candreva. Lippi encuentra así la confirmación de un delantero que había perdido para la causa Mundial. La Juve, algunas esperanzas (gran partido de Poulsen) que conviene reservar para la siguiente temporada. La Champions sigue a seis puntos. La Europa League era un fracaso. Y un fracaso sigue siendo.




1 comentarios:
Siempre Vincenzo, para mi el mejor junto a Del Piero, la mejor pareja, lastima que se lesiono xq venia en buena forma, siempre lucha todas y siente la camiseta. Grande Vincenzo!
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