lunes, 12 de julio de 2010

La justicia es el premio del trabajo


Hace dos años y dos semanas que España se coronó campeona de Europa y ahora, merecidamente, es campeona del mundo. España ha conseguido colmar el anhelo más grande de todo un país. Ha teñido de rojo el Soccer City, Johannesburgo, Sudáfrica, España. El mundo. Las piernas son de oro, las de Iniesta. Como esa estrella, como esa Copa con mayúsculas. La historia del fútbol, del mundo, en definitiva, tiene hoy sabor a España, un color especial.


Le costó a España 120 minutos resolver la batalla del Soccer City. Una batalla con todas las letras, contra una Holanda que en este Mundial sólo podrá presumir de llegar a su tercera final. Y nada más. Golpeó con una violencia jamás vista y redujo hasta el patetismo el papel de un equipo finalista en un Mundial. El fútbol, a veces, es cruel, pero en esta ocasión hubiese sido un robo, una afrenta al Dios que no existe del fútbol. Pero no, esa justicia que en el fútbol tampoco brilla reconoció y premió el trabajo de España y asignó el título de campeones del mundo al mejor equipo.

Paradójicamente, España es el ganador menos goleador de la historia, con sólo 8 goles, pero su triunfo va mucho más allá. Va mucho más allá también del estilo de juego, del ‘tiqui’ y del ‘taca’. El triunfo de España ha sido el trabajo, el trabajo y el trabajo. El físico, el táctico y el mental. La protección, la defensa y la interpretación de un estilo de la manera más perfecta posible y sin entrar en el debate de cuál es mejor o cuál es más válido. El fútbol admite cualquier interpretación, pero, generalmente, impone una obligación a quien quiere conquistarlo: respeto. Respeto y trabajo. Creer, crecer y defender tu trabajo. Y eso España lo ha hecho, simplemente, perfecto. Sin falsa modestia, admitiendo con toda la naturalidad del mundo que son el mejor equipo, pero trabajando cada partido, derrotando a cada rival con humildad, esfuerzo, sacrificio y el sufrimiento que supone haber ganado los cuatro últimos por 1-0.

Vicente Del Bosque, burlado, criticado y casi desterrado por demasiados, ha tenido un papel clave en la preparación de este equipo y no ha sido otro que alcanzar la perfección con la herramienta más antigua de la que dispone el hombre; poniendo la cabeza al servicio de los pies. España supo reponerse a la bofetada de Gelson Fernandes y, sin salirse de su guión, sin renuncias y con naturalidad ha conseguido ganar los seis partidos siguientes. De la misma manera, sin palabras altas, con una sonrisa cuando había que sonreír y con el gesto serio de las ocasiones más importantes. No ha habido debates ni problemas; sólo un equipo que ha sublimado la perfección del fútbol. Donde unos han jugado más y otros han jugado menos y al final da como resultado 46 millones de campeones del mundo.

Juanma Trueba proponía en el As analizar la victoria en la semifinal contra Alemania con una perspectiva de cien años y yo quiero prolongarla hasta el infinito y más allá. Han pasado ochenta años, pero el 11 de julio de 2010 no acabará nunca. Es para siempre; inolvidable. Lo que España ha vivido el 12, inenarrable. Eso es imposible de transmitir. Y por eso hoy quiero dar la bienvenida a todo aquel fan bianconero que quiera compartirlo al país de las maravillas, aquí, donde los sueños con los que muchos nunca se atrevieron a soñar se hacen realidad. ¿Por qué? Porque esta España, con este carácter, con esta mentalidad, es el model. Y, lo mejor de todo, porque parece que es el que, antes de esto, decidió aprender y emprender la Juventus. ¡Podemos!

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