Mourinho deja ya el Inter. Se va llorando él y no Moratti. Se va porque considera más atractivo entrenar al Real Madrid que quedarse en un Inter al que (sobre todo él) ha llevado a la victoria y al que ha inculcado una mentalidad ganadora, directa y, hasta cierto punto, arrogante. Tanto como él, que hizo gala de serlo desde que llegó: empezó recordando a los jugadores del Inter que les habían regalado un título en los despachos y después llegó el famosísimo “zeru tituli” que ha podido restregar en la cara de aquellos quienes, efectivamente, en presencia de Mou, no ganaron nada (Ranieri, Spalletti y Ancelotti).
Mientras ha estado en Italia se ha lamentado continuamente de las sanciones que una y otra vez le puso la Federación por sus declaraciones polémicas, peligrosas, provocativas y, en ocasiones, falsas. Su primera batalla fue con Ranieri, al que le llamó “viejo fracasado”. Si somos objetivos, tenemos que estar de acuerdo con el fondo, aunque critiquemos la forma: Ranieri tiene 65 años y en su carrera sólo ha ganado un título. El ataque de Mou, aunque doloroso e irrespetuoso, puede ser una descripción muy reducida del personaje. Pero lo que no admite ninguna discusión ni tiene justificación son sus continuas acometidas contra la Juventus, un equipo que nunca ha estado al mismo nivel que el suyo durante los dos años de José en Italia. Habló de limpieza y legalidad, precisamente él, que estuvo implicado de lleno en el escándalo del ‘silbato dorado’ en Portugal, para acusar a la Juventus en el pasado, pero también en el presente. Para Mourinho no fue suficiente el descenso a la Serie B y siguió acusando a la Juventus de controlar los arbitrajes, manipular partidos y horarios y, en definitiva, de ser favorecida por los árbitros. Sus declaraciones, sin ninguna base, resultaban mucho más molesta comparándolas con las estadísticas que nos decían que la Juventus ha sido el equipo más perjudicado por los arbitrajes las últimas tres temporadas, mientras que el Inter ha estado más de un año sin recibir penaltis en contra. Y la integridad de todo un país debe estar siempre por encima de cualquier admiración profesional o personal.
Con sus declaraciones, se ha expuesto a las críticas, como quería y esperaba. Pero, a diferencia que en Inglaterra, cuando entrenaba al Chelsea, sus desvaríos han sido de tal dimensión que no han encontrado defensa alguna por parte de la prensa. Dice que esa es la principal razón para marcharse. Pero también es mentira: Italia, que le ha criticado mucho, se ha convertido a su fe y ahora y lo han elevado a los altares, donde merece estar, sin duda, alguien que ocupará un par de los capítulos más dorados de la historia del Inter. Mourinho se va porque el Madrid sigue siendo más que el Inter y él siempre quiere más. Más glamour, más jugadores, más atención, más respeto y, cómo no, más dinero. En el Inter lo ha hecho de maravilla, dejando siempre lejos al resto de rivales con sus ideas innovadoras. Prescindió de Ibrahimovic para fichar a Milito, Eto’o, Lucio y Sneijder (parecido a lo venta que hizo la Juve de Zidane para fichar a Buffon, Thuram y Nedved) y así ha conseguido un triplete histórico para el Inter y mantener el puesto en Europa de toda Italia. Y por eso debemos darle las gracias. Gracias y adiós, Mou. Nosotros no te echaremos de menos.
Mientras ha estado en Italia se ha lamentado continuamente de las sanciones que una y otra vez le puso la Federación por sus declaraciones polémicas, peligrosas, provocativas y, en ocasiones, falsas. Su primera batalla fue con Ranieri, al que le llamó “viejo fracasado”. Si somos objetivos, tenemos que estar de acuerdo con el fondo, aunque critiquemos la forma: Ranieri tiene 65 años y en su carrera sólo ha ganado un título. El ataque de Mou, aunque doloroso e irrespetuoso, puede ser una descripción muy reducida del personaje. Pero lo que no admite ninguna discusión ni tiene justificación son sus continuas acometidas contra la Juventus, un equipo que nunca ha estado al mismo nivel que el suyo durante los dos años de José en Italia. Habló de limpieza y legalidad, precisamente él, que estuvo implicado de lleno en el escándalo del ‘silbato dorado’ en Portugal, para acusar a la Juventus en el pasado, pero también en el presente. Para Mourinho no fue suficiente el descenso a la Serie B y siguió acusando a la Juventus de controlar los arbitrajes, manipular partidos y horarios y, en definitiva, de ser favorecida por los árbitros. Sus declaraciones, sin ninguna base, resultaban mucho más molesta comparándolas con las estadísticas que nos decían que la Juventus ha sido el equipo más perjudicado por los arbitrajes las últimas tres temporadas, mientras que el Inter ha estado más de un año sin recibir penaltis en contra. Y la integridad de todo un país debe estar siempre por encima de cualquier admiración profesional o personal.
Con sus declaraciones, se ha expuesto a las críticas, como quería y esperaba. Pero, a diferencia que en Inglaterra, cuando entrenaba al Chelsea, sus desvaríos han sido de tal dimensión que no han encontrado defensa alguna por parte de la prensa. Dice que esa es la principal razón para marcharse. Pero también es mentira: Italia, que le ha criticado mucho, se ha convertido a su fe y ahora y lo han elevado a los altares, donde merece estar, sin duda, alguien que ocupará un par de los capítulos más dorados de la historia del Inter. Mourinho se va porque el Madrid sigue siendo más que el Inter y él siempre quiere más. Más glamour, más jugadores, más atención, más respeto y, cómo no, más dinero. En el Inter lo ha hecho de maravilla, dejando siempre lejos al resto de rivales con sus ideas innovadoras. Prescindió de Ibrahimovic para fichar a Milito, Eto’o, Lucio y Sneijder (parecido a lo venta que hizo la Juve de Zidane para fichar a Buffon, Thuram y Nedved) y así ha conseguido un triplete histórico para el Inter y mantener el puesto en Europa de toda Italia. Y por eso debemos darle las gracias. Gracias y adiós, Mou. Nosotros no te echaremos de menos.




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