Más de seis meses con el mismo jugador remarcado en rojo en la primera hoja de la agenda de la dirección deportiva. Más de seis meses levantándose pensando en él y acostándose con la misma idea en la cabeza. 22 millones de euros y la renuncia (al menos momentanea) a algunos de los grandes valores de la cantera después, Claudio Ranieri, Alessio Secco y Cobolli Gigli cumplían su sueño. Amauri también. A los 28 años el mejor club de Italia quería combertirle en una de las piezas angulares de su proyecto de retorno al máximo nivel realizando por él un gran esfuerzo. Enseguida, cuando el Milan fichó a Ronaldinho, las críticas sobre lo oportuno de su contratación surgieron; basándose en el hecho de que Berlusconi se había llevado un campeón del mundo y de Europa por menos dinero que el que la Juve había gastado en el delantero del Palermo, ni siquiera clasificado para la Uefa. Ahora, dos meses después, la realidad es otra bien distinta. Amauri ha marcado 10 goles con la Juventus (tres de ellos oficiales), le ha dado seis puntos en dos jornadas y se ha revelado un jugador importantísimo, de embergadura, y que no tiene miedo a nada ni nadie. Por su parte, Ronaldinho no sabe a qué sabe un gol a la milanesa y se encuentra con un equipo con tres puntos en la Serie A, sumados justamente en el único partido en el que el Gaúcho no ha jugado como titular. La regla es clara: si Ronaldinho es titular, el Milan no gana; si lo hace Amauri, marca.
Lo hizo ayer en un partido que se complicó por momentos; desde el miércoles, con la lesión de Camoranesi, el verdadero regista de la Juve, siguió aumentando de dificultad el viernes con el anuncio de la operación a la que tendrá que ser sometido Trezeguet esta misma semana y que le tendrá unos cuatro meses fuera de juego, unida a la baja de Del Piero por una leve distorsión y ya en el propio partido cuando en el descando Buffon, con molestias en el abductor de la pierna derecha tenía que ser sustituido por Manninger (a la postre salvador con un paradón a remate de Jeda que el mismo Buffon hubiese firmado). Pero la Juve supo hacer de la urgencia y la necesidad su mejor arma. Con rotaciones obligadas por el cansancio que supone jugar cuatro partidos en nueve días, el centro del campo no pudo crear ni tampoco fue el muro que debiese ser. Nedved, a sus 36, estuvo perdido durante todo el partido y sólo creo cierto peligro con apariciones muy aisladas en la frontal. Sissoko, insustituible para Ranieri y convertido en estandarte del espirítu Juve por la garra, las ganas, la competitividad y la entrega, decepcionó a la expectación que había sobre su figura, acusando también (comprensiblemente) la fatiga. Con este panorama, y un rival enfrente sin ni un punto y con ganas de sumar, la Juve decidió pasar por alto la parcela central del campo, dejando el control al Cagliari, que encontró en el joven Cossú quien llevase el juego, pero sin la compañía necesaria de Fini y Biondini, que siempre acababan estrellados contra el buen muro que formaron, en esta ocasión, Mellberg y Chiellini. Ranieri usó sus mejores armas (las únicas, como reconoció después del partido para un choque como este, teniendo en cuentas las numerosas ausencias): Amauri y Iaquinta, perfectamente compenetrados, aprovecharon en cada pelota que les llegaba, la superioridad técnica para depurar un pase largo y convertirlo en oportunidad de gol.
Oportunidades de gol que tuvo el Cagliari, y siempre mucho más claras y dando más seguridad que la Juventus. Pero con Matri y Larrivey arriba, en el lugar de nuestras dos torres, la dupla, supuestamente suplente, que salió del juego de las rotaciones de Ranieri. Aún así, en más de una ocasión apretaron a Buffon, que demostró que, aún estando lesionado, es una pieza de la más alta joyeria que sólo la Juve posee. La benda en los ojos de los centrocampistas de la Juve propició demasiadas acciones a la contra de los sardos. El público del Sant'Elia asistía ilusionado al despertar de su equipo, que pudo sacar ventaja ante el dormitar bianconero. Pero la ilusión se iba a convertir en indignación y en desilusión después. Porque en el 40' una internada de Marchionni por la banda, acabó con el balón en los pies de Iaquinta (no pudo marcar, aunque rozó el gol con una espectacular chilena en la reanudación, pero hizo un gran trabajo táctico), que con un ligero toque lo alejó a la posición de Amauri, quien sólo tuvo que cumplir con el 'trámite' de enganchar y batir a Marchetti.
Dijo el escritor alemán Friedrich von Logau que "combatirse a sí mismo es la guerra más difícil; vencerse es la victoria más bella". Y eso fue lo que ayer hizo la Juve. Derrotó al Cagliari, pero no le pudo vencer. Se venció a sí misma, superando todas las dificultades que encontró por el camino. Está bien superarse. Pero en esta Serie A habrá que vencer, con todas las letras y en sentido literal al Catania el miércoles, después a la Sampdoria, al Palermo...
Lo hizo ayer en un partido que se complicó por momentos; desde el miércoles, con la lesión de Camoranesi, el verdadero regista de la Juve, siguió aumentando de dificultad el viernes con el anuncio de la operación a la que tendrá que ser sometido Trezeguet esta misma semana y que le tendrá unos cuatro meses fuera de juego, unida a la baja de Del Piero por una leve distorsión y ya en el propio partido cuando en el descando Buffon, con molestias en el abductor de la pierna derecha tenía que ser sustituido por Manninger (a la postre salvador con un paradón a remate de Jeda que el mismo Buffon hubiese firmado). Pero la Juve supo hacer de la urgencia y la necesidad su mejor arma. Con rotaciones obligadas por el cansancio que supone jugar cuatro partidos en nueve días, el centro del campo no pudo crear ni tampoco fue el muro que debiese ser. Nedved, a sus 36, estuvo perdido durante todo el partido y sólo creo cierto peligro con apariciones muy aisladas en la frontal. Sissoko, insustituible para Ranieri y convertido en estandarte del espirítu Juve por la garra, las ganas, la competitividad y la entrega, decepcionó a la expectación que había sobre su figura, acusando también (comprensiblemente) la fatiga. Con este panorama, y un rival enfrente sin ni un punto y con ganas de sumar, la Juve decidió pasar por alto la parcela central del campo, dejando el control al Cagliari, que encontró en el joven Cossú quien llevase el juego, pero sin la compañía necesaria de Fini y Biondini, que siempre acababan estrellados contra el buen muro que formaron, en esta ocasión, Mellberg y Chiellini. Ranieri usó sus mejores armas (las únicas, como reconoció después del partido para un choque como este, teniendo en cuentas las numerosas ausencias): Amauri y Iaquinta, perfectamente compenetrados, aprovecharon en cada pelota que les llegaba, la superioridad técnica para depurar un pase largo y convertirlo en oportunidad de gol.
Oportunidades de gol que tuvo el Cagliari, y siempre mucho más claras y dando más seguridad que la Juventus. Pero con Matri y Larrivey arriba, en el lugar de nuestras dos torres, la dupla, supuestamente suplente, que salió del juego de las rotaciones de Ranieri. Aún así, en más de una ocasión apretaron a Buffon, que demostró que, aún estando lesionado, es una pieza de la más alta joyeria que sólo la Juve posee. La benda en los ojos de los centrocampistas de la Juve propició demasiadas acciones a la contra de los sardos. El público del Sant'Elia asistía ilusionado al despertar de su equipo, que pudo sacar ventaja ante el dormitar bianconero. Pero la ilusión se iba a convertir en indignación y en desilusión después. Porque en el 40' una internada de Marchionni por la banda, acabó con el balón en los pies de Iaquinta (no pudo marcar, aunque rozó el gol con una espectacular chilena en la reanudación, pero hizo un gran trabajo táctico), que con un ligero toque lo alejó a la posición de Amauri, quien sólo tuvo que cumplir con el 'trámite' de enganchar y batir a Marchetti.
Dijo el escritor alemán Friedrich von Logau que "combatirse a sí mismo es la guerra más difícil; vencerse es la victoria más bella". Y eso fue lo que ayer hizo la Juve. Derrotó al Cagliari, pero no le pudo vencer. Se venció a sí misma, superando todas las dificultades que encontró por el camino. Está bien superarse. Pero en esta Serie A habrá que vencer, con todas las letras y en sentido literal al Catania el miércoles, después a la Sampdoria, al Palermo...




4 comentarios:
En estos campos y en estas circunstancias es donde se pierden las ligas. Sacar estos partidos complicados aúna al grupo y le da confianza en sí mismo.
Lo de Amauri espectacular. No entendí su suplencia frente al Zenit, ahora mismo es el delantero más en forma que tenemos. Menos mal que apareció Alex para dejar otra obra maestra.
Un saludo y pasaros por mi blog si lo deseáis.
victoria poco contundente pero siempre que se consigan los tres puntos es importante.
No me estrañaria que la Juve fuera la sorpresa en el Calcio este año, es junto al Inter los equipos en mejor forma. Por lo contrario el Milan tiene que renovar más y mejor.
Saludos desde Fubolo.
En estos campos se ganan y se pierden ligas amigo, enhorabuena por la victoria y por tu blog que acabo de descubrir. Cuando tengas tiempo pasate por el mio:
http://sentimientoperico.blogspot.com
Un abrazo.
Me parece un jugador extraordinario...mete goles y además, trabaja....
http://detallesdelbalon.blogspot.com/
saludos
Publicar un comentario