This is default featured post 1 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

This is default featured post 2 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

This is default featured post 3 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

This is default featured post 4 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

This is default featured post 5 title

Go to Blogger edit html and find these sentences.Now replace these sentences with your own descriptions.

martes, 30 de septiembre de 2008

Crisis de gol y abastecimiento


Es una de las principales máximas del fútbol, la más demoledora seguramente: si no marcas, no ganas. La Juventus ha marcado cuatro goles en cinco jornadas. Unos números de record negativo, de mínimo histórico, de crisis anotadora, de abstinencia forzada sin igual, admitibles en un periodo de transición, no de confirmación. La tabla de disimulos y salvación era Amauri, pero ahora caemos en que es insuficiente, después de que no consiguiese anotar en Marassi tras tres partidos consecutivos marcando.

Si queremos analizar la crisis anotadora de la Juve, no podemos empezar sino por Trezeguet (lesionado hasta 2009), que le ha privado a la escuadra de un potencial ofensivo fuera de lo común, como demuestran sus 160 goles con la camiseta zebrata. Por lo que, no sólo por los números, no es una perdida cualquiera (es la perdida de uno de los mejores arietes de las últimas décadas) y no tenemos la garantia de que la delantera de la Juve, aún notable, pueda asimilar la perdida de uno de sus jugadores más importantes, que le ha sido arrancado. Como diría Claudio Ranieri en una de esas entrevistas pseudo-filosóficas, Trezeguet era la flecha más afilada del arco. Lo que no quiere decir que nuestro armamente ahora sea algo descafeinado, no, 'sólo' que el mecanismo se ha atascado y ahora mismo no funciona. A los tres goles de Amauri sólo podemos sumarle el que le marcó Pavel Nedved a la Fiorentina en la primera jornada. Nada más. Nada más para sumar el peor arranque de campeonato, en cuanto a goles se refiere, de la historia de la Juve.

Pero también tenemos que saber que en el mismo libro que dice que "si no marcas, no ganas", otra de sus sentencias es que "los dalenteros no marcan si no tienen con qué hacerlo". Dicen que muchas veces en el fútbol hacer las cosas fácil es lo más difícil, y posiblemente sea ese el problema con el que se ha encontrado la Juventus. Un juego que se reduce a mandar balones largos para que un delantero, condenado a darle la espalda a su objetivo, las baje, es tan fácil, con la posibilidad de ser tan efectivo, como arriesgado. Por no hablar de Alessandro Del Piero, que preferiría un fútbol más vertical, pero no tan directo, que se jugasen los balones por abajo. Quizá sea por eso que il capitano no ha marcado todavía... Ningún gol y mucha rabia acumulada. Ranieri ha intentado justificar en cierto modo este juego hablando de las pobres condiciones del césped del Olimpico, y el de Cagliari, y el de Marassi... Pero no quiere (dice) usarlo como excusa. Faltaría más. Porque a la Juventus se le presupone una calidad que le da para ser superior a las condiciones de cualquier campo.

Pero esto no es todo. Posiblemente, falte por analizar el principal problema de la Juventus, que está en las bandas, donde este equipo tiene que crear el juego. En la derecha, Mauro Camoranesi acaba de reaparecer luego de su lesión en la rodilla, por lo que no tiene ritmo, fluidez, velocidad, seguridad. Y el aporte del voluntarioso y trabajador Zdenek Grygera es muy esporádico. Perfecto en defesa, ahora, después de rozar el gol en un par de ocasiones, desaparecido en ataque. En la izquierda está Nedved, siempre con las pilas a tope, pero con el punto de vista algo desafinado. Él juega porque tiene que jugar, porque cada vez que lo hace da todo lo que tiene por el equipo. Porque es Pavel Nedved, Balón de Oro. Y eso conviene no olvidarlo. Que se complementa bien con Molinaro está fuera de discusión (aunque habría que valorar el porcentaje de los méritos de cada uno), así como la incapcidad del lateral para sacar centros a la altura de las circunstancias y con continuidad. Centros, tan necesarios para marcar goles. Este año hemos visto uno culminado con éxito: el que contra el Catania salió de las botas de Giovinco y remató Amauri. Pero el sábado contra la Samp, Seba estuvo todo el partido mirando. En el banquillo. Por lo que nos quedamos sin fantasia, sin magia, sin velocidad, sin espontaneidad. Con tanto fajador, a la Juve le hace falta más calidad, sin tener que ponernos a recordar, por fuerza, a Xabi Alonso.

Pero más allá de cualquier matización táctica, la Juve tiene otro rival que batir: la diosa ciega. La fortuna, que no quiere acompañarle en su largo camino de vuelta a lo más alto. El fallo de Mellberg después de un partido perfecto en Florencia, los miles de balones que el Catania repelió a un centímetro de la portería, el disparo de Del Piero que se estrelló contra el palo mientras Mirante miraba en su palco vip. Hay que reconocer que tenemos mala suerte. Pero aquí entra otra ley (que esperemos no se cumpla), que está muy por arriba de la Juventus y de su historia. Incluso superior al fútbol. Es la ley de Murphy, que dice que "si algo puede ir mal, irá mal". Tendrá que ser la Juventus la que desacredite una de las mayores sophias de la humanidad. Puede.

domingo, 28 de septiembre de 2008

Del Piero al palo


Del Piero al palo. Es el único titular que admite la crónica del partido que ayer jugó (por utilizar algún verbo) en Génova. Una Juventus que no lo hace mal, pero que tampoco convence, que puede ganar, pero no sabe sacar partido al esfuerzo que realiza. Esa es la radiografia del equipo que ayer no pudo ganar a una Sampodria en crisis, victima de sus defenctos estructurales, como la falta de un delantero centro que acompañe a Cassano. De un equipo que no jugaba bien, pero que ganaba gracias a su fortaleza física y mental, pero que ahora ya sólo juega mal. Porque lo que vimos ayer era la senda de un camino que empezó contra el Zenit, siguió en Cagliari y continuó contra el Catania. Sólo que en Champions y en Cerdeña la realidad fue encubierta por los golazos de Del Piero y Amauri, mientras que en Génova nadie ha podido disimular. Y por poco (por una parada de Manninger en el segundo minuto del descuento a disparo de Dessena) no hablamos de una derrota y de una situación mucho más grande.

Hay quien defiende que la Juventus no pierde, pero resulta difícil de creer las palabras y los gestos de alegría de Mellberg y Chiellini. Vale, el sistema defensivo de la Juventus ha mejorado mucho, y es realmente difícil que alguien se acerque a la portería (aunque también hay que tener en cuenta que ayer la Sampodria tuvo la misma incidencia que el impacto de una pluma contra un muro), pero para alguien que quiere luchar por el Scudetto es un argumento poco convincente y siempre hay que ir a por la victoria. Por el rival que había enfrente (que estaba haciendo lo que estaba haciendo) y por la posición en la tabla clasificatoria, que, aunque Ranieri diga que no le importa, es lo que cuenta: si esta noche el Inter ganase el derbi de Milan, la ventaja que tienen sobre nosotros se doblaría, de dos a cuatro puntos. No le otorgaría al Inter la posición de inalcanzable, pero sí abriría una hemorragia de puntos que tendría que ser rápidamente taponada para no llegar al partido contra el Inter sin posibilidades reales de Scudetto. ¿Quién lo iba a decir después de una espectacular vuelta a la Champions contra el Artmedia y un empate que quedó corto en Florencia? Reflexiones inútiles, sí, pero que surgen a raíz de la empanada que la Juve ha cogido en los últimos partidos, como si la ventaja de tener un equipo más entrenado y rodado para poder jugar la previa de la Champions se hubiese esfumado ya. En ese caso, Ranieri debería preocuparse, y mucho. Porque su equipo no sabe hilvanar jugadas de ataque, no aprovecha las bandas, es previsible y, encima, ahora no marca goles. Algún detalle de Del Piero y un disparo al palo del propio capitán son el recuento de los ataques de ayer de la Juventus. Nada más. Tanto que la Samp, que ayer salió frenada, victima de sus propios miedos, acabó el partido jugando en el área de Manninger. Aunque esto es más una anécdota que algo que tengamos que tomar en serio.

De todas maneras, también hay que tener en cuenta que la Sampdoria no es un rival cualquiera y que Marassi es un campo difícil de donde el Inter no salió victorioso y consiguió un empate tan o más desquiciante como el de ayer. De la misma manera tenemos que pensar que ayer hubo una serie de casualidades que condenaron al equipo: ninguno de los pesos pesados estuvo a buen nivel. Un Chiellini tan flojo no lo habíamos visto nunca, un Camoranesi tan impreciso no tiene antecedentes recientes, igual que Amauri o Poulsen, que jugaron, posiblemente, su peor partido desde que están en la Juve. Aunque por la cabeza de todos pasa que con un uso más inteligente de las sustituciones, el partido hubiese podido salir de la nada en la que se había metido: el único cambio (Iaquinta por Del Piero a 15' del final) fue totalmente improductivo. En el banquillo se quedó, por ejemplo, Giovinco, el hombre que, en principio, tenía la misión (reconocida públicamente) de cambiar el rumbo de partidos atascados con su clase imberbe. Y el hombre que posiblemente, a la vista de los resultados, tenga que abandonar ese papel para pasar a ser protagonista. Porque el equipo se encuentra en una situación en la que el talento ya no es un lujo o una alternativa, sino una necesidad.

El equipo de Walter Mazzarri cometió el pecado original de no fichar un delantero de verdad este verano, alguien que acompañe a Cassano. Ahora juega Delvecchio, un centrocampista que por su estatura alguien ha creido que puede rendir ahí. Para colmo de males, se lesionó Palombo, el regista del equipo (que si bien no es un crack, a la Juve le bastaría), cosa que puede traer consecuencias nefastas para el futuro del equipo, porque todo pasa por sus pies. Con todo esta situación, la Sampdoria hizo lo que pudo y lo que debía: defender bien atrás y encomendarse a una magia de Cassano. Atacó al final, cuando la Juve ya había dado el partido por perdido y el empate como válido. En un corner estuvo a punto de marcar Dessena, precisamente el sustituto de Palombo, pero la derrota la evitó Manninger. Quizá por eso la alegría de algunos jugadores, que celebraban el no haber perdido. Para ser grandes hacen falta más cosas. Principalmente, celebrar otras cosas.

sábado, 27 de septiembre de 2008

Un aplauso para Ranieri


Quizá hoy, tras las decisiones de dudosa utilidad que Ranieri empleó el miércoles ante el Catania y que, a muy pequeña escala, eso sí, han lastrado el inicio de la competición para la Juve, pueda parecer que no es el momento más adecuado para aplaudirle y reconocer su trabajo. Porque gracias a su duro trabajo durante dos temporadas, 'su' Juventus se ha ganado en Italia la etiqueta de 'anti-Inter', o, para entendernos, ha confirmado a la Signora, como la primera alternativa al domino del Inter a los ojos de la opinión pública. Y le ha costado. No hace mucho tiempo, Ranieri tenía que salir a dar la cara, a defenderse por realizar unos fichajes que no gustaron a parte de la afición (la que ahora les aplaude) mientras en Milan unos disfrutaban con el fichaje de José Mourinho, entrenador de gran impacto mediatico, y otros con el fichaje de un ex Balón de Oro, ahora de latón pintarrajeado de dorado. Ranieri es un tipo muy inteligente, siempre ha sabido qué hacer y cómo hacerle y siempre ha estado seguro de ello. Como dijo Guus Hiddink en la última concentración de seleccionadores europeos, el mérito de Ranieri es doble porque "él ha tenido que construir un equipo, mientras otros (en referencia encubierta a Mourinho) han llegado con todo el trabajo hecho". Así las cosas, Claudio Ranieri, al que podríamos llamar Normal One, no ha tenido miedo de enfrentarse a nadie, ni al Special One, porque considera a su equipo tan fuerte, tan bueno, con tanto carácter y tantas virtudes, que no debe temer a ningún rival, aunque siempre con la humildad necesaria para no faltar al respeto a nadie. Y mucho menos al campeón de Italia. Pero un mes de campeonato ha bastado para darle la razón a Ranieri, que este verano sí ha acertado con todos sus fichajes y, atendiendo a la clasificación y la dinámica de juego de los grandes, también a la gente que vio en esta Juventus fuerte, luchadora y aguerrida la principal alternativa del Inter. O quizá, mejor dicho, en este primer mes de competición, hemos visto que la lucha por el Scudetto puede reducirse a un derbi Inter - Juve. Una especie de ajuste de cuentas.

Cuatro partidos no pueden sentar jurisprudencia y seguro que en los próximos meses pasarán muchas cosas, pero ya hemos visto algunas cosas que no podemos ignorar y que merecen ser nombradas. Por ejemplo, Juve e Inter son dos equipos creados con los mismos fundamentos tácticos, que hacen de la potencia su principal virtud, creados para preservar la virginidad del marcador y lo sacro de las tácticas, aunque para ello tengan que sacrificar al espectáculo. Si Berlusconi tiene impuesto en su Milan el dogma del Joga Bonito, Juventus e Inter están conformados para correr el mínimo riesgo posible y contentarse con ganar 1-0. Pero ganar. Similitudes en la filosofía y también, cómo no, analogias en las personas: Amauri es a Ibrahimovic lo que Del Piero podría ser a Quaresma o Iaquinta a Adriano. También en el enfrentamiento de parajes encontramos grandes parecidos: Chiellini y Legrottaglie son a Materazzi y Burdisso como Sissoko y Poulsen son a Vieira y Cambiasso. Seguramente Mourinho tiene un banquillo más profundo y un presidente que no le pondrá muchas limitaciones a la hora de fichar. Pero Ranieri tiene hambre de títulos, ganas de demostrar que puede entrenar a la Juve y llevarla al éxito. Quiere confirmar su buen trabajo con victorias. Quizá no le sirva para ganar el Scudetto, pero para luchar hasta el final sí. Por eso, un aplauso para Ranieri.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Así no


En una de esas noches en las que te puedes encontrar el verdugo en tu propia casa, donde basta poco para limar nobles aspiraciones, en las que entre cansancio y supuesta superioridad cualquier rival se convierte en peligroso, la Juventus no supo vencer sus propias debilidades y le puso en bandeja de plata el empate al Catania y dos puntos de ventaja al Inter. Ayer, mientras en las gradas se escuchaba "Ranieri, portaci a Roma", la Juve enmudeció, patinó con un error de posición, de concentración, de no se sabe qué ni el por qué de la defensa en general y de Chiellini en particular. Por lo que conviene aclarar algunos conceptos antes de que sea demasiado tarde: si como dice un antiguo refrán, todos los caminos llevan allí, a la ciudad del Coliseo, es indiscutible que hará falta un rendimiento distinto al de ayer para pelear de tú a tú por la Champions. Y no vale como excusa que después de que Plasmati neutralizase la ventaja conseguida con el gol de Amauri, la Juve encerrase al Catania en su campo, crease muchísimas oportunidades de gol, golpease dos palos y erigiese al portero Bizarri como héroe del partido.

No vale esa excusa y, mucho menos, las teorías sobre jardinería que después del partido dieron algunos jugadores para decir que estaba seca y alta y que les penalizó. Pero es que ayer no funcionó casi nada: ni el césped, ni el físico, ni el empuje (reducido a 15 minutos), ni la coordinación táctica, ni la mayoría de las iniciativas individuales, ni los intentos de corregir las cosas sobre la marcha del entrenador. Sí, es verdad que cada cierto tiempo salen partidos así, especialmente en un ciclo de partidos como en el que ahora se encuentra la Juve, que tiene que jugar siete partidos en veinte días, que desgastan física y mentalmente; partidos que sólo pueden resolverse con una jugada aislada, una magia sacada de la chistera por alguno de los que en la Juve se encuentran en condiciones de poder hacerlo, o con un golpe de suerte; partidos a los que no podemos pedirles espectáculo, pero sí un resultado aceptable. Es lo que hizo un Catania que Walter Zenga preparó a conciencia para el partido de ayer, rediseñándo el equipo, poniendo un medio por delante de la defensa, un único delantero, y en las bandas dos volantes altos y de mucho trabajo. Usar su típico 4-3-3 hubiese sido casi un suicidio y así puso salir de Turín con un empate más que digno, aunque también generoso.

de La variable Giovinco, ayer titular en el puesto de Nedved, aunque con funciones algo diferentes, pasó de ser una prueba a imprescindible, dada la ausencia por lesión de Camoranesi y la opacidadMarchionni quién sabe por qué. En su debut, el Piccolo Fenomeno, le dio vivacidad al juego del equipo (estuvo mejor incluso que Del Piero, voluntarioso, sí, pero algo perdido hasta que el equipo se vio en dificultades) y abrió el marcador con el centro perfecto, con rosca hacia dentro, que remató Amauri entre dos defensores del Catania. Giovinco, minúsculo si lo comparamos con los defensores del Catania, fue el protagonista del partido: desde la banda, centrando su posición, sacando toda la ventaja posible a su mayor velocidad, cambiando de ritmo constantemente, expoliado por la renovación de contrato y ultramotivado por conseguir un hueco que merece en la Juventus, dequició por completo a la defensa catanese. Si algo ganó ayer la Juve, fue Giovinco. En el fondo, tampoco hay que sorprenderse si la Juve, con Marchisio y Poulsen en el centro, es un equipo fuerte pero previsible (hubiese pasado también con Sissoko y, aunque quizá menos, con Zanetti). El mecanismo del equipo está claro: balón a quien esté arriba, preferiblemente a Amauri, y contención para proteger la defensa y el portero. Ayer el austriaco Manninger, que sustituyó al lesionado Buffon, y que estuvo muy bien durante todo el partido, ágil para parar dos tiros muy peligrosos (de Izco primero y de Biagianti después), pero que no pudo arreglar el desajuste de su defensa en el gol de Plasmati. Un gol que escoció a la Juve, que estrelló dos disparos consecutivos en el palo (Del Piero y Amauri), estuvo a punto de conseguir el segundo un minuto después con un disparo de Alex que paró Bizarri, que después también intervino magistralmente para parar un rechace de Poulsen. Demasiado tarde para intentar arreglarlo...

miércoles, 24 de septiembre de 2008

Una nueva era


El pasado domingo comenzó una nueva era en la etapa bianconera de Amauri. El brasileño (por poco tiempo) finalemente tomó posesión de su cargo en el equipo. Fue titular junto a Iaquinta. Ya había sido, por lo que no era algo inédito, pero en esta ocasión no podemos hablar de rotaciones, porque Amauri es la cara de una moneda que tiene en la cruz a un Trezeguet convaleciente y que Ranieri ha lanzado al aire estando seguro de la buena suerte que tendrá. Las cosas han cambiado, para Amauri y para la Juve. Trezeguet tendrá que recuperarse de sus problemas en la rodilla, por lo que el vicecapocannoniere de la pasada temporada estará fuera de servicio durante, al menos, tres meses. Con este panorama, Amauri deja de ser 'titular-suplente', un jugador para dar descanso, como estaba siendo hasta ahora, para convertirse en la referencia ofensiva del equipo junto a Alex Del Piero, como podremos ver esta noche frente al Catania. Seguramente, Ranieri hubiese preferido seguir rotando a los cuatro delanteros e ir dosificando un potencial ofensivo sin parangón en Italia, pero el contratiempo de la lesión de David puede tener también alguna lectura positiva, como la confianza anticipada para Amauri y las retribuciones que ello puede dar a la Juventus.

Que Amauri iba a tener un papel importante en esta Juve era algo sabido por todos, pero la lesión de Trezeguet ha acelerado todo el proceso. Por lo que Ranieri ahora le ha dado todo el protagonismo y la confianza a Amauri, el delantero moderno que todo entrenador quisiera tener (como, por ejemplo, Marcello Lippi, que le considera fundamental para terminar de ajustar el ataque de la selección azzurra de cara al Mundial del 2010). Y por ese privilegio, Ranieri (del que hablaremos próximamente aquí) está tan contento y se le ve tan seguro. Amauri es un delantero especial, porque aúna las características del '9' y del segundo punta, tiene físico de delantero centro, pero la técnica y el sentido táctico del '10'. Hoy por hoy, podemos asegurar, sin miedo a equivocarnos, que no hay otro como él: corre, lucha, va inmejorable por alto y posee una técnica muy refinada; todo un fuera de serie. Esto ya lo sabían en la Juventus y por eso decidieron que él iba a ser el primero y gran objetivo del mercado estival. Porque un equipo basado en un centro del campo compuesto por centrocampista de lucha y una defensa cada vez más fuerte al lado de Buffon, no podía sino ir a por este brasileño tan atípico, creador de ataque, para crear o, mejor dicho, reforzar la alternativa al juego del 'regista' clásico en el centro del campo, basada en el poderío ofensivo. En esta Juve las ideas vienen de las jugadas de Camoranesi y Nedved desde las bandas o de Del Piero más alante. Y Amauri parece ser el complemente ideal. Realiza un trabajo continuo y muy valioso, crea espacios y busca insistentemente el gol hasta conseguirlo. Con sus continuos movimientos oscilantes desconcierta a los defensores rivales, con su potencia y su altura llega donde otros no pueden. Aunque, siendo francos, hasta la semana pasada no parecía del todo integrado en el mecanismo de la Juventus. Quizá por sentir una presión que nadie ha puesto nunca sobre él y que ya parece haberse esfumado con sus dos últimos goles, importantísimos, que le han dado seis puntos a la Juve.

Pero ahora la situación ha cambiado y en el siempre incómodo campo del Cagliari ya ha empezado a cargar sobre su ancha espalda el peso del éxito de la Juventus que tanto esfuerzo ha hecho por tenerle en sus filas. Hasta el domingo su entrada en el equipo se estaba desarrollando de una manera gradual, empezando desde el banquillo, jugando con las rotaciones. Pero el objetivo de la Juventus, desde un principio, era el de convertir a Amauri en el punto de partida y la referencia del futuro del equipo. Porque tenemos que preparnos con tiempo para el día en que la Juve no podrá encomendar sus sueños y esperanzas a la histórica pareja Del Piero - Trezeguet. Desde ya se trabaja para el futuro. Esta noche seguiremos viendo las evoluciones. Amauri tendrá que cargar con todo: por una parte la Juve, por la otra; Italia. Él podrá.

lunes, 22 de septiembre de 2008

Amauri: tres puntos


Más de seis meses con el mismo jugador remarcado en rojo en la primera hoja de la agenda de la dirección deportiva. Más de seis meses levantándose pensando en él y acostándose con la misma idea en la cabeza. 22 millones de euros y la renuncia (al menos momentanea) a algunos de los grandes valores de la cantera después, Claudio Ranieri, Alessio Secco y Cobolli Gigli cumplían su sueño. Amauri también. A los 28 años el mejor club de Italia quería combertirle en una de las piezas angulares de su proyecto de retorno al máximo nivel realizando por él un gran esfuerzo. Enseguida, cuando el Milan fichó a Ronaldinho, las críticas sobre lo oportuno de su contratación surgieron; basándose en el hecho de que Berlusconi se había llevado un campeón del mundo y de Europa por menos dinero que el que la Juve había gastado en el delantero del Palermo, ni siquiera clasificado para la Uefa. Ahora, dos meses después, la realidad es otra bien distinta. Amauri ha marcado 10 goles con la Juventus (tres de ellos oficiales), le ha dado seis puntos en dos jornadas y se ha revelado un jugador importantísimo, de embergadura, y que no tiene miedo a nada ni nadie. Por su parte, Ronaldinho no sabe a qué sabe un gol a la milanesa y se encuentra con un equipo con tres puntos en la Serie A, sumados justamente en el único partido en el que el Gaúcho no ha jugado como titular. La regla es clara: si Ronaldinho es titular, el Milan no gana; si lo hace Amauri, marca.

Lo hizo ayer en un partido que se complicó por momentos; desde el miércoles, con la lesión de Camoranesi, el verdadero regista de la Juve, siguió aumentando de dificultad el viernes con el anuncio de la operación a la que tendrá que ser sometido Trezeguet esta misma semana y que le tendrá unos cuatro meses fuera de juego, unida a la baja de Del Piero por una leve distorsión y ya en el propio partido cuando en el descando Buffon, con molestias en el abductor de la pierna derecha tenía que ser sustituido por Manninger (a la postre salvador con un paradón a remate de Jeda que el mismo Buffon hubiese firmado). Pero la Juve supo hacer de la urgencia y la necesidad su mejor arma. Con rotaciones obligadas por el cansancio que supone jugar cuatro partidos en nueve días, el centro del campo no pudo crear ni tampoco fue el muro que debiese ser. Nedved, a sus 36, estuvo perdido durante todo el partido y sólo creo cierto peligro con apariciones muy aisladas en la frontal. Sissoko, insustituible para Ranieri y convertido en estandarte del espirítu Juve por la garra, las ganas, la competitividad y la entrega, decepcionó a la expectación que había sobre su figura, acusando también (comprensiblemente) la fatiga. Con este panorama, y un rival enfrente sin ni un punto y con ganas de sumar, la Juve decidió pasar por alto la parcela central del campo, dejando el control al Cagliari, que encontró en el joven Cossú quien llevase el juego, pero sin la compañía necesaria de Fini y Biondini, que siempre acababan estrellados contra el buen muro que formaron, en esta ocasión, Mellberg y Chiellini. Ranieri usó sus mejores armas (las únicas, como reconoció después del partido para un choque como este, teniendo en cuentas las numerosas ausencias): Amauri y Iaquinta, perfectamente compenetrados, aprovecharon en cada pelota que les llegaba, la superioridad técnica para depurar un pase largo y convertirlo en oportunidad de gol.

Oportunidades de gol que tuvo el Cagliari, y siempre mucho más claras y dando más seguridad que la Juventus. Pero con Matri y Larrivey arriba, en el lugar de nuestras dos torres, la dupla, supuestamente suplente, que salió del juego de las rotaciones de Ranieri. Aún así, en más de una ocasión apretaron a Buffon, que demostró que, aún estando lesionado, es una pieza de la más alta joyeria que sólo la Juve posee. La benda en los ojos de los centrocampistas de la Juve propició demasiadas acciones a la contra de los sardos. El público del Sant'Elia asistía ilusionado al despertar de su equipo, que pudo sacar ventaja ante el dormitar bianconero. Pero la ilusión se iba a convertir en indignación y en desilusión después. Porque en el 40' una internada de Marchionni por la banda, acabó con el balón en los pies de Iaquinta (no pudo marcar, aunque rozó el gol con una espectacular chilena en la reanudación, pero hizo un gran trabajo táctico), que con un ligero toque lo alejó a la posición de Amauri, quien sólo tuvo que cumplir con el 'trámite' de enganchar y batir a Marchetti.

Dijo el escritor alemán Friedrich von Logau que "combatirse a sí mismo es la guerra más difícil; vencerse es la victoria más bella". Y eso fue lo que ayer hizo la Juve. Derrotó al Cagliari, pero no le pudo vencer. Se venció a sí misma, superando todas las dificultades que encontró por el camino. Está bien superarse. Pero en esta Serie A habrá que vencer, con todas las letras y en sentido literal al Catania el miércoles, después a la Sampdoria, al Palermo...

jueves, 18 de septiembre de 2008

Del Piero paradiso


Los jugadores como él son así. Pasan de ser perfectos a ser criticados en un minuto, son incluso maltratados. Son desechados, haciéndoles en muchas ocasiones sentirse (aunque sin reconocerlo) un estorbo, pero ellos no dicen nada. Están callados, no alzan la voz, después llegarán sus respuestas sobre el campo. También en silencio. Sin abrir la boca. Como saben hacerlo, responder sin tener que pensar. Todo fluido y sin ninguna importancia, sin enfadarse, pero de valor incalculable para el equipo. Así es Alessandro Del Piero. Un fuoriclasse, posiblemente el único, junto a Buffon, del que la Juventus puede presumir en Europa. Ayer, después de casi novecientos días de ausencia de la Champions League, el capitán Alex Del Piero devolvió el orden a la historia y a sus asuntos personales autografiando la victoria con una falta magnífica que terminó con la vida del Zenit, campeón de la Uefa y de la Supercopa de Europa. Dentro del disparo de Del Piero, había seguramente mucho más de lo que podamos imaginar. Era un disparo con efecto y con la rabia que alimentan ciertos comentarios. Simbolizaba la rotura definitiva de la Juventus con el pasado y era la mejor forma posible de empezar un camino de sueños que, esperemos, llegue a su fin el próximo 27 de mayo en Roma.

De los siete minutos contra el Udinese, un gesto inexplicable, una humillación gratuita e inesperada a la gloria contra el Zenit no ha habido mucha distancia. Del Piero resolvió un partido que se estaba complicando, porque la Juventus sudó sangra para conseguir el triunfo contra los rusos y Del Piero lo logró cuando parecía que el equipo se contentaba con el empate. Sería por la musiquilla de la Champions, por la pancarta con el símbolo de la competición que agitaban en el centro del campo los recogepelotas o por el ambiente distinto (inédito en este caso) que se respiraba en el Olimpico, pero la Juventus salió al campo como tenía que hacerlo, sin miedo, sabedora de ser un equipo ganador y así considerado por el resto del continente. Desde el inicio el Zenit mostró sus credenciales, ser un adversario de nivel, con grandes jugadores, sólido en todas sus líneas, con un gran físico, pero quizá demasiado básico en la búsqueda constante de la triangulación desde el momento en el que Arshavin calló en las redes de la defensa bianconera. Todo está le da más mérito a la victoria, que no fue para nada fácil, especialmente después de que Camoranesi tuviese que abandonar el campo a la media hora por una inoportuna lesión. Camoranesi, que en el minuto 26 estrelló un balón en el palo y que sólo por eso era el mejor de la Juve hasta ese momento. Camoranesi, que para Ranieri es el encargado de transformar lo ordinario en extraordinario. Su sustituto, Salihamidzic, sólo aporto movimientos casi intrascendentes, por lo que el 100% del juego de la Juve se le fió a Alessandro Del Piero, especialmente motivado por las últimas polémicas. En el papel de capitán, más que nunca, Alex intentó marcar la diferencia: bajó al centro a recibir, propuso juego, se ofreció y ofreció. Pero también se fue agotando con el paso de los minutos, acabó reventado, hasta la magia de la falta que nos dio la victoria a un cuarto de hora del final.

Con el apoyo de una defensa prácticamente perfecta, donde Chiellini y Legrottaglie dieron un rendimiento ejemplar, sorprendida en la primera parte apenas una vez con una combinación entre Pogrebnyak, Denisov y Danny que se fue fuera por poco, la Juventus tuvo el defecto de empeñarse con los balones en largo, sin elaborar las jugadas y sin utilizar las bandas. Antiguos defectos que Ranieri aún no ha sabido corregir. La inseguridad de Molinaro en el lateral, acrecentada por la importancia del partido y no sin razón sustituido por De Ceglie en el inicio de la reanudación, únida a los pasos en falso que daba Nedved convirtieron en nulo cualquier aporte desde la izquierda. Mientras en la derecha, sin Camoranesi, el peligro llegaba en los pies de Grygera, tantas veces criticado y que esta temporada está sorprendiendo con sus internadas y grandes muestras de técnica. El papel de Poulsen y Sissoko se redujo principalmente a cortar balones y en el momento de crear juego, la Juve se encontró en evidentes dificultadas, encallada en el sistema defensivo casi perfecto de Advocaat, que ha creado un Zenit a la carta, a su manera, que busca el peligro desde la segunda línea. Y así, en la segunda mitad, a la que la Juve llegó adormilada, Buffon tuvo que salir del sueño para despejar un gran disparo de Sirl.

El paradón del mejor portero del mundo hizo que el partido no decayese, aunque el ruso estaba en fuera de juego, y despertó las hormonas del orgoglio bianconero. La intervención de Malafeev al disparo de Poulsen despertó los ánimos del público. Que volvieron poco tiempo después, con la falta de Del Piero, que ya está en su paraíso otra vez. Los jugadores como él son así...

lunes, 15 de septiembre de 2008

Sí, podemos


La Juventus c'è. No como entidad que cotiza en bolsa, sino como equipo. Y está para luchar por el Scudetto, sin dudas; está preparada para la gran vuelta a la Champions contra el Zenit pasado mañana y, presumiblemente, estará preparada para el asalto al lugar más alto del fútbol continental. En el fondo, lo único que hemos hecho ha sido confirmar lo que todos sabíamos después del triste empate contra la Fiorentina y de dos semanas en las que todos los jugadores se han declarado dispuestos a luchar por lo máximo y hasta el final. Y así, para evitar que las palabras se queden sólo en eso, la Juventus ha buscado ser lo más directa posible, fuliminando al Udinese. La victoria (1-0) por la mínima es engañosa, porque la diferencia entre los equipos sobre el terreno de juego fue enorme. Si al gol de Amauri le añadimos el palo del propio brasileño (por poco), el tiro al larguero de Poulsen, otras cuatro ocasiones claras de gol y cero riesgos en la puerta de Buffon, la diferencia de un gol aún sabe a poco. No vamos a andarnos con sutilezas: el juego de la Juve puede no divertir, pero es un equipo muy fuerte y fiable. Y nuestro centro del campo es la imagen de ello, con Sissoko y Poulsen: altura, fuerza, ganas, resistencia. Es el resultado final y real del proyecto que esta directiva empezó con los pies en el suelo: si la Juventus no puede permitirse ciertos gastos, hay que fichar jugadores de garantías. No serán balones de oro, pero no paran de trabajar.

Volviendo al partido de ayer, es difícil poder decir quien ha estado más perjudicado por las bajas (por decisión técnica en la Juve: Legrottaglie, Molinaro, Del Piero y Trezeguet, que empezaron en el banquillo; obligadas las del Udinese: Zapata y Felipe). Si este partido se hubiese jugado con todo (y sin la cabeza en el Zenit), nos hubiese ofrecido algo más y, seguramente, distinto, pero sin sacar conclusiones sin ninguna lógica, la diferencia táctica, técnica y física que vimos ayer fue inmensa, hasta el punto de que el 0-0 con el que llegamos al descanso resultaba inexplicable. La Juventus encerró al Udinese en su campo, anestesiando las posibles acometidas del tridente Pepe-Quagliarella-Di Natale, mandando en el centro y creando una presión constante en el área rival que se transformaron en varias ocasiones claras de gol (y un gol dudosamente anulado a Iaquinta). El Udinese sólo podía mirar impotente, desarbolado, débil, desbordado, en nada parecido a la magnifica escuadra que en la primera jornada apisonó al Palermo y provocó el cese de Colantuono.

La Juve estuvo muy metida en el partido, muy concentrada, muy aplicada en los fundamentos tácticos, muy correcta, pero hubiese podido dar aún más. En el sentido de que no todos dieron todo lo que tienen dentro, o pueden, o saben: De Ceglie, que ayer jugó como lateral, pareció algo intimidado y no dio ninguna profundidad; Nedved, que estaba por delante de él, hizo menos desgaste de lo habitual, convirtiendo en nulo cualquier aporte desde la banda izquierda. En el centro, Poulsen dio la sensación de estar reservándose (a pesar del peligro que ello supone ante un rival de la categoria del Udinese) para el miércoles. Pero el sistema defensivo de la Juventus es tan compacto, que, aún sin dar el máximo, es casi perfecto. A Chiellini, que entraba en el equipo tras su (más corta de lo esperada) lesión, le ha permitido volver a adaptarse al puesto y al juego con total tranquilidad.

La Juventus atacando y el Udinese incapaz de levantarse fueron la constante del partido. Y cuando la sombra de otro increible empate sobrevolaba la mente de cualquier bianconero, llegó el gol de Amauri: minuto 22 de la reanudación. Un disparo corto y raso que liberó fantasias grandilocuentes y alejó miedos bajos. Un gol de pura justicia. Porque no ganar ayer hubiese sido más doloroso que el maldito empate contra la Fiorentina en la primera jornada.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Una apuesta fuerte por el futuro (y el presente)

La suya es una carrera contra los elementos, a contracorriente, contra el tiempo, contra la tradición. Culpa de la presión, de la victoria como sea, de la prohibición de fallar que se impone a los jugadores de la propia cantera, que primero son elevados a los cielos y después, si no responden a las expectativas más fantasiosas, arrinconados en una esquina, arrebatándosele el puesto en el altar de la gloria inmediata sin ninguna piedad. Para seguir en los altares y seguir escalando niveles, los chavales han de dar el 110% y ponerse una coraza para cubrirse de todo lo que se les venga encima. Eso es lo que están tratando de hacer (y por ahora, consiguiendo) Sebastian Giovinco, Claudio Marchisio y Paolo De Ceglie.

Ya han jugado en la Champions con la Juve, y fueron convocados para el partido contra la Fiorentina; el primer paso de la nueva política deportiva de la Juve, la mezcla de juventud y veteranía que de aquí en adelante caracterizará al club con más títulos en la historia del fútbol italiano. Los tres jóvenes, que son un refuerzo más para el equipo y que se han convertido en el símbolo del cambio y en un valor añadido, jugaron los JJOO de Pekín y ahora, con el sabor amargo aún de la eliminación a manos de Béligica en los cuartos de final, llegan a Turín listos para debutar y confirmarse en la Juventus. Aunque a decir verdad, nuestros tres chavales ya vistieron la 'maglia del cuore' en la Juve hace tres temporadas, cuando al frente del equipo se encontraba Didier Deschamps y el objetivo era volver a la Serie A tras bajar a los infiernos. Después, logrado el ascenso, fueron a la Toscana, al Siena y al Empoli, donde tuvieron la posibilidad de jugar y de crecer bajo la atenta mirada de la Juve.

Pero ahora la realidad es otra. El objetivo es jugar con frecuencia en el primer equipo, con una competencia muy fuerte y preparada, pero en el que las ocasiones, a priori, no faltarán. Al menos esa es la intención de Ranieri, después habrá que ver si la lleva a cabo, si quiere, o si puede, y como va avanzando la temporada en los tres frentes que se le presentan a la Juve: Serie A, Champions y Coppa.

De Ceglie, ahijado de Nedved, podrá ser la nueva 'furia italiana' en la banda izquierda. Puede ser la alternativa a Molinaro (o incluso ser él el titular), pero también jugará más adelante, vistas su velocidad, progresión, potencia y capacidad para cubrir grandes radios de acción. Marchissio se mira en Gerrard para intentar aprender de su ídolo, para cerrar y crear juego igual de bien. Jugó contra el Artmedia como titular y también contra la Fiore, debido a las ausencias de Sissoko y Zanetti. Y después está Giovinco, del que ya nada nuevo se puede decir. A sus 21 años ya hace soñar y fantasear a la juventinità. Seba puede ser el as de la manga de Ranieri, el futbolista idóneo para desestabilizar partidos o desatascarlos con sus regates, sus driblings y sus disparos sin previo aviso.

Ya les hemos visto. Hemos visto que Ranieri no ha tenido reparos en dar minutos en la pretemporada a jóvenes como Ariaudo, Rossi o Pasquato. Ahora falta ver como estos jóvenes no se han incluido en la lista de la Champions sólo como jugadores de la cantera para rellenar espacio. Queremos ver que el proyecto de la Juve de Blanc y John Elkman no se queda en palabrería. Queremos una Juve de la que nos podamos sentir más orgullosos que nunca. En la era de los magnates y los fichajes millonarios, la Juve va a contracorriente. Haciendo bien las cosas. Porque también sabemos lo mucho que duele una bofetada en la cara. Dadas y recibidas...

viernes, 5 de septiembre de 2008

Señales, conclusiones y realidades


En los últimos días, de la Juve emanan señales que nos permiten pensar en el futuro con más optimismo. La primera, obviamente, fue el gran partido que el equipo jugó el domingo frente a la Fiore. Aunque al final del partido Gilardino estropease el trabajo realizado, la Juventus dio un aviso y un serio paso al frente: luchamos por el Scudetto. La segunda: Giovinco está a un paso de renovar de prolongar su contrato, que le ligará cinco años a la Juventus y que seguramente no será el último que firme, ya que quiere ser (y puede) una leyenda en la historia de la Juventus. Todo esto, mientras el aún más joven Iago Falqué completa sus primeros entrenamientos al lado de Nedved y Trezeguet, explicando que ha elegido a la Juventus por delante del Manchester United, el Ajax y, por supuesto, del Barcelona. Y esta misma semana, también hemos visto como Nicola Legrottaglie se desmarcaba de la hipócrita prudencia y declaraba su total confianza en el equipo (del que él será parte importante) esta temporada: "Si superamos el grupo, la Juventus podrá llegar a la final". De todo este optimismo podemos extraer varias conclusiones.

La primera es clara: Si los pesos pesados del vestuario creen tanto en las posibilidades del equipo (Legrottaglie ha sido el último de una larga lista en pronunciarse) es una buena señal. Un inmejorable punto de partida. Porque ellos son la referencia del equipo, los que lo van a guiar y ellos, mejor que nadie, conocen las posibilidades del equipo. Si dicen lo que dicen, lo hacen con motivos, y es algo que a los rivales debería preocuparles.

El nivel y las ganas de Giovinco y la elección de Iago de jugar con nosotros nos llevan a hacer una reflexión sobre lo que la Juventus representa en el fútbol europeo, no sólo en Italia. Dos años después del calciopoli, la Juventus seduce más y tiene una perspectiva más atractiva que el United o el Barcelona. Conclusión número dos: los cracks están convencidos de este equipo; los jóvenes confian en el futuro. En medio de esto aparece ahora Camoranesi, posiblemente en el mejor momento de su carrera y a punto de volver a renovar su contrato. Parece que él cree en una y otra cosa.

Una noticia fenomenal, más aún si miramos al horizonte, donde se presume mucho más difícil competir si además del dinero de los magnates rusos entra en de los árabes y el fútbol se convierte en ligas fantásticas de equipos ideales. Obviamente, la Juventus también tendrá que hacer inversiones importantes. Pero nosotros ya vamos por el camino adecuado, lo que hará todo más fácil en el futuro.

Moraleja: Que todos nosotros disfrutemos de esta euforia y optimismo y que el equipo, por su parte, se olvide de todo esto y cuando vuelva la Serie A regrese con las mismas ganas, la misma pasión y con algo más de concentración (especialmente alguno en defensa). Porque el equipo rezuma optimismo y señales positivas, pero ahora se deben transformar en realidad.

lunes, 1 de septiembre de 2008

Gilardino aguó la fiesta


Serie A, 1ª jornada: Fiorentina - Juventus, 1-1
Fiorentina (4-3-3): Frey; Zauri, Gamberini, Kroldrup, Vargas; Almiron (9’ st Jovetic), Felipe Me­lo, Donadel (34’ st Kuzmanovic ); Santana, Gilardino, Osvaldo (18’ st Pazzini). Entrenador: Cesare Prandelli. A disposición: Storari, Dainelli, Gobbi, Pasqual.
Juventus (4-4-2): Buffon; Grygera, Mellberg, Legrottaglie, Molinaro (29' st De Ceglie); Camoranesi, Marchissio, Poulsen, Nedved; Amauri, Del Piero. Entrenador: Claudio Ranieri. A disposición: Manninger, Knzevic, Salihamidizc, Tiago, Giovinco.
Arbitro: Emidio Morganti. Amonestó a Grygera, Camoranesi, Nedved y Legrottaglie. Expulsó a Felipe Melo.
Goles: pt 39’ Nedved; 44’ st Gilardino.

Con la mente fría, un empate contra la Fiorentina sea posiblemente mejor que ganarle 4-0 al Artmedia de Bratislava, por la abismal diferencia técnica que existe entre ambos equipos. Aunque el objetivo sea tan distinto como el escalón de calidad que les separaba. Contra el Artmedia se jugaba para devolver la historia a su lugar; contra la Fiore para aprovechar las ventajas que los demás 'grandes' nos habían concedido temporalmente. No se pudo (o se supo) aprovechar la ventaja, y a un minuto del final (que largo), Gilardino devolvió la igualada a un marcador que antes había desnivelado Pavel Nedved, con la Fiore en inferioridad numérica y después de haber fallado al menos dos claras ocasiones para sentenciar el partido y mostrarnos ya como un rival temible por el Scudetto. Ahora pesan en la memoria las ocasiones desperdiciadas de Amauri y Del Piero, y nos deja perplejos la decisión de Claudio Ranieri de no intervenir con ningún cambio cuando era palpable que el equipo lo estaba pasando mal. Es fácil hablar a toro pasado, pero las caras de Blanc y Secco en el palco antes del gol del empate lo decían todo. La Juve ha perdido una gran oportunidad, regalando dos puntos a un rival muy a tener en cuenta. Por suerte, Inter, Milan y Roma están ahí, sin ninguna ventaja, pero hubiese sido mucho más emocionante empezar el campeonato con un gran victoria.

Si fuese un partido de sensaciones, seguramente la Juve hubiese ganado por varios tantos de ventaja. Un motivo más para criticar el empate, por otra parte. Vimos intensidad, competitividad y una tremenda pasión, pero, onestamente, juego vimos muy poquito. Por lo menos hasta que Zdnek Grygera, uno de esos jugadores a los que cada domingo le pedimos que trabaje duro y que se deje la piel en el campo en lugar de hacer driblings y regates, tiró un slalom por la banda, rompió a Vargas y sacó un centro milimétrico para que su compatriota Nedved lo depositase (literalmente) en la portería de Frey. Así la sociedad checa sacó al partido de su inicio flojo y lento, y le dio a la Juventus libertad, otra dimensión, algo más acorde a lo que se le reclama a un equipo como la Juve y a lo que los objetivos del equipo dictan para esta temporada. Era el minuto 39 del primer tiempo, y desde ese momento al descanso, la Juve tuvo dos ocasiones claras para cerrar el partido en las botas de Amauri y Del Piero. No consiguieron marcar, y eso le devolvió intensidad al partido, que vio como la Fiore remontaba el vuelo en la segunda parte con la entrada de Jovetic y Pazzini, sacándole todo el partido posible a sus mejores armas.

El atrevimiento en la subida de Grygera, puso en evidencia la pobreza del ataque de Prandelli, que sin Mutu se vio obligado a poner un tridente con Osvaldo y Santana como apoyos de Gilardino, que estuvo prácticamente solo. La táctica, en un principio, se podía considerar acertada, pero no fue válida por la extraña incapacidad que mostró la Fiorentina para construir juego. Entre Melo, Almirón y Donadel no pudieron proveer a los delanteros de balones, incapaces de dar tres pases seguidos, siempre muy lentos y previsibles, aunque la Juventus les facilitase las cosas renunciado por completo a jugar por las bandas y entrando siempre que atacaba por el centro. Con una Fioretina tan blandita, que se estrellaba cada vez que intentaba algo contra el muro de Legrottaglie, reducir el peligro al mínimo y aumentar la peligrosidad del ataque era lo mínimo que se le podía pedir al equipo. También porque Poulsen, que estaba llamado a otras tares, demostró tener más calidad de la que muchos le suponían. No sabemos qué hubiese pasado con Xabi Alonso o Aquilani, pero de momento, los 10 millones pagados por el danés parecen bien invertidos. Y un a parte merece Camoranesi, inmenso, increíble e imprescindible. Un jugador de otro nivel, por lo qué hace y por cómo lo hace.

Como era previsible, en la segunda mitad la Juventus tuvo que dedicarse más a defender, porque con Jovetic y Pazzini, la Fiore aumentó mucho su potencial y pretensiones ofensivas. La Juve no volvió a visitar las inmediaciones de Frey, mientras que Ranieri permanecía inmóvil. Inanimado. Fuera del partido. Ni el disparo de Vargas que rozó el palo hizo cambiar de opinión a Ranieri, quizá demasiado optimista. Ni una jugada de Gilardino que puso en evidencia a Mellberg hizo que intentase librarse de las acometidas rivales alejando la pelota de su área con algún jugador fresco en el ataque. Se decidió a hacer un cambio. Y lo hizo tarde y mal. Molinaro por De Ceglie. Difícil de creer, sí, mientras el árbitro dejaba al rival con uno menos. Después marcó Gilardino aprovechando un error (otro más) de Mellberg, que está demostrando ser demasiado irregular para el nivel que exige la Juventus y no estar a la altura de suplir a Chiellini. El empate de la Fiore, a la luz de los acontecimientos, se veía venir. No está mal un empate en Florencia. Pero siempre quedará la sensación de haber perdido una ocasión única.

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More